Como tratar a un jefe dificil

Yael Zofi estaba segura de que la iban a despedir. Esta mujer extravertida, habladora, tenía un jefe con una personalidad totalmente opuesta. Su jefe estaba a cargo de la división internacional de gestión de rendimiento y desarrollo de liderazgo en J. P. Morgan. Yael y su jefe tenían que hablar a menudo, pero a los largos correos electrónicos, detallados y dicharacheros, que le escribía ella, su jefe contestaba con concisión, hasta con monosílabos. Así, ella recuerda: “Yo le escribía hablándole del enfoque, el proceso, la duración del proyecto -recuerda-. Y él me contestaba: “Sí”. A lo cual yo decía “¿sí qué?”
Muy frustrada, Yael tuvo que apretar los dientes y adecuar su estilo de comunicación a los modos de su superior.
“Me irritaba tener que enviarle a él los informes, hasta que me di cuenta de que lo que él necesitaba eran listas de puntos clave.” Empezó a escribir únicamente los detalles más importantes de sus notas y le enviaba a su jefe correos electrónicos casi tan breves como sus respuestas.
Utilizó esta estrategia durante varias semanas, y entonces se fue de vacaciones con una amiga. “Mi relación con mi jefe era tan difícil que pensé que me iba a despedir cuando volviera.” Sin embargo, cuando regresó a Nueva York, descubrió que la habían ascendido a vicepresidenta.
Esto ocurrió en el decenio de los noventa. Zofi no se dio cuenta en su momento, pero en realidad había utilizado una técnica que muchos subordinados oprimidos han utilizado con éxito en su relación con superiores complicados. Es lo que en inglés llaman “managing up”. Dicho de otro modo, esta técnica para gestionar al jefe consiste en determinar cuáles son sus debilidades, prestar atención a su estilo de gestión y comunicación y elaborar una estrategia para lidiar con todo esto.
En 1998, Zofi abandonó J. P. Morgan y abrió su propio negocio de consultoría y orientación para ejecutivos, AIM Strategies. En 2008 publicó un libro sobre el “managing up”. Hoy en día, esta técnica es uno de los principales focos de su trabajo de consultoría.
“Hay que considerar la relación con nuestro jefe como la más importante dentro de la empresa -recomienda-. Pensemos en nuestro jefe no como un superior, sino como un cliente.” Y añade: lo importante es jugar con el jefe en su propio terreno.
Zofi ha determinado que hay cuatro categorías básicas de jefes: el que sienta tendencias, el extravertido, el perfeccionista y el estable. Sin embargo, admite que los seres humanos son criaturas complejas y que pueden tener un poco de todos esos rasgos. Una vez que sepamos cuál es el estilo de nuestro jefe, podremos idear una forma de tratarlo.
Por ejemplo, si el jefe en cuestión es perfeccionista, del tipo que no soporta ningún caos y espera que los empleados sean expertos en sus tareas, hay que hacer mucha investigación de fondo, plantear preguntas antes de embarcarnos en un proyecto, aportar muchos datos al jefe e ir comprobando si lo hacemos bien, elaborando para ello varios informes de nuestros avances.
¿Y si nuestro superior es un incompetente redomado? Zofi también tiene una solución para eso. Una clienta suya trabajaba en una empresa de fabricación de dispositivos médicos y tenía que rendir cuentas a la hija del propietario. La empresa fabricaba máquinas de imágenes de resonancia médica altamente sofisticadas, que se construían con piezas elaboradas en distintos países, como India, China e Israel. El reto de coordinar fuentes tan dispares hizo que su jefa se pusiera muy nerviosa y que continuamente molestara a la empleada para pedirle información. Incluso interrumpía sus reuniones o sus conferencias telefónicas con proveedores de países remotos.
“Mi cliente estaba empezando a tener problemas de salud con este asunto -recuerda Zofi-. Estaba afectando a su vida personal. Llegó a pensar en tomar Prozac, incluso.” Zofi aconsejó a la empleada que estudiara la personalidad errática de su jefa y que intentara elaborar una estrategia para calmarla. En lugar de enfrentarse diretamente a su jefa, la clienta de Zofi habló con los proveedores extranjeros y recopiló información. Luego, elaboró unas hojas de cálculo donde se podía ver el estado de cada una de las piezas y cuándo llegaría a la fábrica. “De este modo, conseguía darle una cierta tranquilidad a su jefa”, apunta Zofi. La estrategia funcionó. Además, la empleada estableció muy buenas relaciones con los proveedores, lo que contribuyó a que todo discurriera mejor. “No es que adore a su jefa -señala Zofi-, pero conserva su trabajo y lo soporta mejor.”
Fuente: Forbes
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